Kwanyanim Miguel Ángel Nava Santa Ana 


Texto de Sofia Grandini Sálomon
(Tesis para Cinta negra, 2018)

Cinta Negra 7o Dan Kukkiwon y 7o en Chang Moo Kwan

Presidente Fundador de IN-DO

Miguel nació en la ciudad de México, de familia chica, pero solidaria, es el mayor de tres hermanos: Rodrigo y Juan Manuel. Fue criado por su madre Carmen y educado por su abuela Ángela. Creció en la colonia Mixcoac y la colonia Piloto hasta que se estableció en la Unidad CTM Culhuacán.

La relación que tuvo con su madre fue fundamental para su desarrollo como ser humano ya que de ella fue el mejor ejemplo de lucha, trabajo incansable, tenacidad y honradez. A pesar de que había semanas que no la veía, ya que Carmen salía muy temprano a trabajar y regresaba muy tarde para siempre tuvieran un techo, para que no faltara comida en su mesa, ni qué vestir, además siempre tuvieron vacaciones e incluso no faltaron los regalos de Reyes Magos… por más caros que éstos fuera; por ello desde que Miguel es solvente económicamente, tanto en Navidad como en Reyes Magos, es un ritual salir a comprar el juguete que Carmen personalmente elige.
“Divertida”, es como define su infancia ya que desde pequeño ha seguido la filosofía de 
“tratar de disfrutar y hacer de lado las cosas malas”. 

A diferencia de la época actual donde impera la inseguridad, cuando Miguel era niño se la pasaba todo el tiempo en la calle: jugando, inventando, trepándose, investigando y sobre todo, haciendo amigos y practicando mucho deporte: boy scout, fútbol, volibol, béisbol, fútbol americano, etc. actividades que le brindaban una “sensación de libertad” que simplemente lo atrapaba y llenaba de magia: “algo que no entendí en ese entonces pero era esa sensación de libertad de movimiento, expresar mi cuerpo, el poder moverlo como yo quería, de intentar todo… esa sensación me ayudaba en cualquier actividad a sentirme a gusto, feliz conmigo”
Los boy scauts jugaron un papel importante en la vida de Miguel, ya que además de ejercitarse, el contacto con la naturaleza es algo que siempre le produjo mucha emoción y le dejó una marca permanente en su vida, por ello a la fecha es una de sus grandes pasiones, combinada con la enseñanza de independencia y sobrevivencia que ahí aprendió.

Pero el aprendizaje a veces fue doloroso, ya que en una ocasión de campamento, en plena época de lluvias y con tan solo 9 años, al recoger leña, le cayó la noche en plena oscuridad perdiendo el camino de regreso… la situación empeoró con el paso de las horas porque la batería de su lámpara se agotó y en lugar de acercarse al campamento se fue alejando; el nerviosismo, la ansiedad, la desesperación y un miedo mayúsculo comenzaron a ser presa de él, tanto, que le impedían poder usar su silbato… no paró de caminar, hasta que de pronto, a pesar de las lágrimas que cubrían su rostro, logró ver luz entre los árboles, aceleró el paso y conforme avanzaba, la luz brillaba más; el esfuerzo , el llanto ni el miedo impidieron que avanzara rápidamente, pero de repente se abrió el paisaje y vio una escena que simplemente lo dejó impactado: primero porque pudo haber sido lo último que vieran sus ojos: el desfiladero daba paso a un paisaje como nunca había visto alguno: estaba en lo alto de la montaña y un cielo completamente estrellado enmarcaba la brillante luna, la cual iluminaba de manera sumamente especial al Iztaccíhuatl completamente nevado. Inmediatamente la sensación de miedo se transformó en calma y casi inmediatamente después, el sonido de los silbatos anunciaba que sus compañeros lo habían por fin encontrado. 


A partir de ese momento se prometió que cada que tuviera oportunidad, regresaría a ese mismo lugar, sitio que ha compartido solamente con sus seres más queridos.

Su encuentro con el TKD

Entre fútbol y los scouts, llegó la actividad que logró “llenarlo”, que le exaltaba todo tipo de emociones y la impresionante sensación de querer ser cada vez mejor… algo así como una adicción ya que comenta, cada vez que segregaba endorfinas, no le eran suficientes y quería más y más y más.

Combinaba las mañanas de práctica de taekwondo con la escuela en la tarde, los sábados transcurrían entre combates entre alumnos de varios horarios y grados, tal es así que con tan solo mes y medio de práctica de la disciplina, lo pusieron a combatir con un niño de cinta más avanzada que él dando como resultado unas palizas impresionantes y mucha frustración ya que no lograba regresar ni un solo golpe.

A los dos meses lo invitaron a que participara en un torneo en donde omitieron que él era tan solo cinta blanca para que pudiera participar. Sin experiencia, sin práctica y si, con muchos golpes previos, llegaron a un gimnasio que estaba en el Deportivo Xochimilco y en el que el miedo le provocó una sola reacción: “el mismo miedo hizo que cuando me paraba, me daba miedo que me pegaran y recordaba a ese niño que me pegaba todos los sábados, entonces yo decía “me van a pegar, no quiero que me peguen”, y empecé a patear como loco, cuando empecé a entrar al primer combate, ya nada más me dijeron -“tú tienes que patear de arriba, toda la cara lo que quieras, -sí, dije, pues yo no dejé de patear, yo recuerdo que estaba como loquito porque no quería que me pegaran, más que querer meterle puntos al otro, era decir no dejarlo que me vaya a pegar. Entonces empiezo a ganar y gano la primera pelea, y yo así de “no sé de qué trata, pero eso está bien, pero le voy a seguir”. -Otra ¿otra?, si otra, bueno, y ya entré y otra vez y vuelvo a ganar y luego dicen -Te faltan 2 -¿Cómo que me faltan 2, no sé acabó ya? Yo ya quería que se acabara, yo ya no quería seguir peleando. -No, te faltan dos, y dije chin, dije bueno, y ya entré a la siguiente y dije, pues otra, y vuelvo a ganar, llegué a la final; y al final la perdí”…

Sin práctica, sin conocimiento, pero con mucha pasión… y miedo, consiguió el segundo lugar porque no logró vencer a un cinta azul que le dio con todo… pero a quien sí logró aniquilar, y por completo, fue al miedo, porque a partir de ese momento, ya no lo volvió a sentir… Ese fue el comienzo de su trayectoria como competidor de TKD.
Taekwondo: una forma de vida

Ya de ahí a seguir compitiendo y entrenando. Fue a los 16 años cuando consiguió su Cinta Negra y su interés creció al ver que podía participar en diferentes competencias donde peleabas con diferentes artes marciales como kung fu, karate o taekwondo. Un año después comenzó a dar clases y descubrió que era su pasión… pero también los papás de los alumnos descubrieron que era virtuoso profesor, ya que sus horarios se saturaban hasta quedar sin cupo, lo que terminó provocando envidia en su profesor, el cual intentó retirarlo de la institución por diferentes medios, sin embargo los papás de sus alumnos se unieron y terminaron yendo a la Delegación para evitar la injusticia del despido, empero, lo que no pudieron evitar fue que lo bloquearan en las competencias, lo que inevitablemente provocó su salida.
 
El profesor José Cruz fue el que le dio la acogida y lo comenzó a ayudar a entrenar para competir a otro nivel ya que él fue también Seleccionado Nacional, campeón Centroamericano y también se evaluó para Juegos Olímpicos. A su lado, Miguel consiguió ser Seleccionado Nacional.

ENTREVISTA


“A mí me gusta todo, soy de las pocas personas o el único que ha estado en las 2 modalidades, por eso me reconoce mucha gente, por lo mismo de que no es fácil ser seleccionado y medallista en ambas modalidades, entonces eso es lo que me ha dado cierto reconocimiento de mucha gente. Pero lo que yo empecé y me destaqué fue el combate”.


- ¿Cómo combinabas estudio y taekwondo? 


-Estaba en el segundo año de carrera de Licenciado en Educación Física cuando quedé en segundo lugar en el Nacional en Puebla, no quedé en primero, pero esa vez iban a evaluar al primero y al segundo para irse a la Copa del Mundo en Islas Caimán, entonces tenías que concentrarte, el concentrarte dentro de lo que es el TKD es vivir ahí, tres o cuatro meses…No puedes, voy a entrenar y regreso, no, el nivel que tiene México es gracias a eso, a que la gente se concentra y se especializa.  


Platicando con Verónica, querida amiga de la escuela que estaba haciendo su servicio social en las oficinas de la Dirección de Educación Física, le cuento que me tengo que ir a evaluar al Comité Olímpico y entrenar mañana tarde y noche; obviamente eso me generaba mucho conflicto ya que tendría necesariamente que dejar la carrera ¿Y qué le iba a decir a mi mamá? ¿Cómo tomaría ella esa decisión, después de haber luchado tanto por brindarme una carrera, sabiendo los sacrificios que tuvo que pasar para conseguirlo? ¡No, no podía dejar la escuela! Verónica me respondió –pero has luchado por ese lugar, por eso te has entrenado todo el tiempo ¡es tu vida! Es lo que quieres y eso ya lo habíamos platicado, no tienes nada qué pensar ¡Te tienes que ir!... Me dejó pensando, estaba entre la espada y la pared.


-Al rato llega de nuevo Verónica, me dice: Oye Miguel, estamos buscando hacer un proyecto ahorita, pero necesitamos recolectar firmas para que nos lo autoricen, ¿Me echas la mano? Le digo sí, órale. Me dice, solamente necesito tu firma, pero aún no redacto el documento, ¿Me lo firmas en blanco? Y también necesito tu credencial… Pues resulta que al final del día nos volvemos a reunir y me pregunta si ya tomé una decisión, yo le respondo que todavía no, se me queda viendo, me entrega un sobre y al preguntarle qué es eso me dice: -Es tuyo, ya vete. Saco la hoja y ¡Era mi baja de la carrera! Con la firma que me pidió y mi credencial, me había dado de baja temporal. Remató diciendo: “Ya, ya estás dado de baja, ya vete, eso es lo que querías, vete, ya no lo pienses. Te vas a arrepentir si no lo haces ¡Vete! Quedé en shock.

Ya en mi casa, le daba vueltas y vueltas de cómo se lo iba a decir a mi mamá. Llegó de trabajar y me notó raro:

-¿Cómo estás?, ¿Cómo te fue?, ¿Qué tienes?
-Nada
-¿Qué tienes?
-¿Se acuerda del torneo que fui el fin de semana?
-Ah, sí, el que fuiste a Puebla… el que te fue muy bien ¿No?
-Sí, ese. Quedé en segundo lugar y eso me da la oportunidad de evaluarme para la selección.
-¡Ah! ¡Qué padre! Te felicito mucho, échale ganas.
 -Sí, pero es que tengo que ir entrenar al Comité Olímpico.
-Está bien, ve a entrenar.
.Pero es que tengo que ir a vivir al Comité Olímpico…
-¿¿¿Y la escuela???? ¿Piensas dejar la escuela?
-No me queda de otra… De hecho, ya me di de baja.

El rostro de mi mamá se llenó de agua, las lágrimas le brotaban sin cesar.

-Má, no sé, quiero hacerlo, le prometo que le voy a echar todas las ganas, quiero intentarlo pero le prometo que, pase lo que pase, regreso a terminar la carrera, le doy mi palabra.
-No, tú ya no vas a regresar a acabar tu carrera.
-En serio sí, en verdad, yo regreso a terminar mi carrera, pero quiero intentarlo.
-¿Cuándo te vas? 
-Este fin de semana.

Se puso a llorar y se metió a su cuarto. Entonces ya el fin de semana me acompañó y me llevó al Comité Olímpico con todo y maleta y me dijo:

-Échale ganas

Me dio la bendición mientras su rostro se llenaba de lágrimas

-De verdad, créame, voy a regresar a terminar la carrera.

No me dijo nada y se fue.

Comienza el camino como taekwondoin

Así comenzó su entrenamiento, al mando de Seog Hong, un coreano bastante estricto “y algo loquito”, que por cierto cambió en muchos aspectos el Taekwondo en México y consiguió ponerlo en lo más alto. 


-Pasado el mes nos dice a todos que nos regresamos en nuestra casa, que ya no podíamos estar ahí, que después nos hablaban para informarnos el día de nuestra evaluación. Entonces no solamente yo me quedé como en shock, sino también mis amigas Carmen y Araceli. Y les le digo, ¡No! ¿Cómo? Yo ya dejé la escuela, ¡No me puedo ir de aquí! 


Yo me fijé que el maestro quería quedarse con otro chavo con el que yo me tenía que evaluar, Daniel. Él era más alto que yo: 1.86 contra mis 1.76 y con más cualidades físicas, más largo, entonces quería quedarse con él, pero en el transcurso del entrenamiento, yo me di cuenta que él era débil, mentalmente yo lo podía tronar, porque cada vez que le pegaba fuertísimo se doblaba, mi maestro me había entrenado muy fuerte, yo tenía mucho potencial, era un competidor de mucho potencia, y nadie me aguantaba. Llegué a noquear gente de la potencia que yo traía, Daniel no me aguantaba la potencia. 


Todos se fueron, menos nosotros tres, yo les dije se quedan conmigo, pero ¿qué hacemos? Si ya nos corrieron. Hablé por teléfono a la Federación Mexicana de Taekwondo y les pregunté si nos teníamos que ir como nos habían ordenado…

-¿Cómo que se tienen que ir? Si tienen la acreditación, se pueden quedar dos meses a entrenar.  
-¿Entonces podemos quedarnos?
-Sí.
-¿No nos tenemos que ir?
-¡No! ¡Se tienen que quedar!

Obviamente el maestro había tomado la decisión por su cuenta, sin conocimiento de la Federación ¡Entonces nos quedamos!

Cuál fue la sorpresa del coreano cuando al otro día nos ve entrenando y nos dice:

-¿¿¿Ustedes qué hacen aquí???
-Es que hablé a la Federación Mexicana y nos dijeron que nos podíamos quedar, que no nos teníamos que ir.
-Pero ya no hay nadie, todos se fueron, menos ustedes tres ¿Cómo es posible que hayas hablado a la Federación?
-Pues me dijeron que nos podíamos quedar y que la acreditación está todos estos meses.

Se puso rojo de coraje y nos corrió, nos mandó a otro gimnasio solos, solamente nosotros tres. Él se quedó con los todos los demás. No sabíamos qué hacer, y como yo estaba estudiando la carrera de Educación Física, pues nos dimos una idea y pues nos pusimos a entrenar. 

El coreano quería sacarnos a todos y quedarse con esa selección, ya había seleccionado, no se quería esperar a la evaluación, él ya había, si nos iban evaluar pero no quería que nosotros entrenamos con ellos y entonces dijimos al carajo. Empezamos a entrenar: en la mañana a correr, a mediodía llegamos igual que todo el equipo, pero nosotros en otro gimnasio, apartados. Empezamos a entrenar muy fuerte, y el viernes nos dice:

-A ver, ustedes tres vengan para acá, póngase equipo-

Nos pusimos el equipo y nos pone a pelear. Cada uno de los tres peleó con el de su categoría. A mí me puso a Williams de Jesús, que es campeón olímpico, entonces yo dije ¡Pues con todo, no me interesa! ¡Yo no pienso perder! Fue la primera vez que alguien le pegaba de esa manera a William ¡Y en la cara! Estaba considerado uno de los mejores competidores de México, con la mejor técnica que había y ahí estaba yo, descubriendo que de un lado no veía bien, no percibía, entonces en el intercambio se la dejé ir con todo y le pegué como nunca. Todos quedaron sorprendidos… Claro que sí me pegó, pero como él me pegaba, yo se la regresaba. 
El coreano se enojó tanto de que los tres les hicimos lo mismo, les pegamos a sus competidores que los regañó horrible y castigó a todos. Nos fuimos bien contentos de nuestro “triunfo”. Durante toda la semana se repitió la tranquiza… y el regaño. 

Fue hasta la tercera semana que nos puso un entrenador quien, de muy mala gana aceptó estar con nosotros tres ya que, por su actitud, deseaba estar con los seleccionados. Durante mes y medio nos entrenó, pero nunca nos juntaron con los demás, solamente cuando hacíamos combate. Cuando llegó el día de la evaluación lo di todo, ya me había dado de baja en la escuela y pues le quería demostrar que conmigo no podían. Soy el único que gana de todo el equipo y pierde Daniel ¡Había ganado! Comenzaron a felicitarme, pero de repente dicen “tienes que volver a pelear con Daniel”. El coreano quería llevárselo a fuerza. Me llené de furia, pero estaba seguro que le iba a volver a ganar. 

Antes del combate, llegó el papá de una novia que yo tenía en ese momento y que era el Presidente de la Asociación de Guerrero para preguntarme qué pasaba, le expliqué. El señor se dio cuenta de lo que intentaban hacer, se quejó y ya no les quedó otra que aceptar que había ganado y quedaba seleccionado.

Corea Enfrentando a "El Diablo"

Obviamente el coreano no me quería, pero no me interesaba. Yo iba a Corea a entrenar, a ganar…. Pero más que entrenamiento, eso fue un reto de sobrevivencia. Nos llevaron 20 día a pelear y no con seleccionados, sino con militares. ¡Eran unas verdaderas masacres que no se imaginan! Pero estaba muy contento e ilusionado de estar en Corea, ¡Lugar donde surgió el arte marcial! … Creo que nunca en la vida me han pegado tantas veces en la cara como allá.


Ya el último que si me reventó un militar, que era el peso más pesado, con decirte que le decían “El Diablo”; era el capitán, campeón mundial, musculoso y altísimo. De repente me suelte un patadón que me duele hasta la conciencia, y yo nada más metí el brazo y me dolió, pero cañón, y el nada más con una sonrisa y yo pensé que se le ha de haber ido, Y otra vez suavecito, y de repente otra vez me vuelve a dar otra ¡Zaz! Yo empiezo sentir, ah, jijo y dije no, no,  es que no me puedo unir al pleito con este cuate, y dijo otra vez suavecito, la tercera zaz me pega y se me sube la sangre y me prendo y dije jijo de tu… no me interesa y luego, luego dije como él cree que no le voy a pegar, eso lo que voy aprovechar, me patea, le esquivo rápido y le suelto la pierna fuertísimo en la cara y le pesco la boca, entonces le reviento el labio y empieza a sangrar, se agarra, y empieza escurrir de sangre me voltea ver y grita, ¡Un grito impresionante! Haz de cuenta que les dijo a todos, “maten a todos” porque comenzaron a pegarle a todos ¡Impresionante! Me quería reventar la cara, yo solamente me cubría. De hecho hay un video donde mi profesor Óscar puso la cámara y yo paso como en las caricaturas, correteado por El Diablo de un lado para el otro, él estaba pegue y pegue y buscando reventarme la cara, pero nunca pudo porque yo me movía muy rápido, me pegaba mucho abajo pero yo aguantaba su peso y su patada era muy fuerte y siempre que le ponía a la defensa me regresaba el brazo y terminó reventándome una costilla, me fracturó pero ya al final brincó,  saltó y en lugar de pegarme en la cara me pegó en la zona baja, y me dobló. 


Terminó ahí, regresé a México con la costilla fracturada, no sabía que traía la costilla fracturada, y me dolía, seguí entrenando, me aguanté, y después nos fuimos a la Copa del Mundo, en Islas Caimán y ahí quedé en cuarto lugar. 


Fue entonces cuando por fin el coreano me tomó aprecio. Finalmente logre impresionarlo pues todos los competidores estaban arriba del 1.88-1.90 para arriba, y yo era muy bajito para eso. Tuve un excelente papel. No pude pasar a la siguiente fase solamente por cuestiones del couch. 

Decisiones cruciales...

Yo me retiré de la competencia porque decidí poner la escuela ya no con mi profesor José Cruz, si no con el profesor Jong Soo Park, coreano que conocí en la selección y con el que tenía mucha ilusión ya que quería aprender de alguien que viniera de la raíz de lo que es el taekwondo, tenía muchas ganas de tratar con coreanos, se me da la oportunidad y entonces me junto con él para poner la escuela. 

Fue él el que me invitó a inscribirme a un seminario de formas para que posteriormente practicara y compitiera en un evento mundial. Entonces ahí empecé a ir a los cursos a Corea y a competir en formas. Mi objetivo fue tratar de aprender todo lo relacionado con la técnica, con expresión y con los movimientos.

Regresé y terminé la carrera estando compitiendo en combate. Me levantaba a las cinco de la mañana, corría a la carrera, estudiaba y me regresaba para ir a entrenar al Comité Olímpico y terminaba vuelto loco y hasta lesionado de las piernas porque no tenía tiempo de descansar… ¡Pero logré terminar!

Para ese entonces mi mamá había entendido de qué se trataba mi vida y obviamente por las salidas, por los viajes, estaba muy contenta porque sabía que ella no me habría podido dar esos viajes ya que me fui varias veces a Corea y a otros países. Cuando vio que ya terminé la carrera se puso más contenta. No tuve graduación porque tenía que trabajar. 

Yo creo que el momento más importante de mi competencia es ahorita, ahorita la que vivo con los muchachos entrenando, dando clases, ya no compito, pero ahora es con ellos, el que la escuela vaya así, el que los muchachos vayan mejorando, vayan encontrando metas en los que están empezando sus carreras, que se están titulando, los que ya están teniendo maestrías, creo que eso es ahora otra que estoy viviendo, pero ninguna, ninguna creo que haya sido. Todas tuvieron algo muy especial.
IN-DO 20 AÑOS  Disfrutando y trascendiendo

IN-DO nació hace 20 años en el Distrito Federal, con la idea de dar a conocer el taekwondo basando sus raíces en la disciplina y en la formación integral de las personas, pensando en los beneficios físicos, psíquicos y espirituales que pueden alcanzar los practicantes de este bello arte marcial de dimensiones impresionantes, que abarca prácticamente todos los países del mundo, revolucionando y cautivando por su versatilidad y propuesta formativa.

IN-DO es una gran escuela, no solo por su gente y porque no solo se sitúa en diferentes estados de la república, teniendo su Dojan central en la CDMX, sino porque llega más allá, se transmite a través de todos aquellos cintas negras que nacieron y se formaron bajo el sudor de cada uno de sus dojans y actualmente están inculcando la disciplina, el espíritu y la fortaleza a todos sus alumnos 

-¿Cómo ves a IN-DO, a Miguel en los próximos 20 años?

(RISAS) A seguir disfrutando y trascendiendo. La verdad es que yo espero que se transforme en una forma de vida que les brinde y que les dé esa satisfacción de conseguir las cosas, que de alguna manera vean a la institución, a la escuela, a la práctica de los maestros y de mis alumnos, con esa satisfacción de haber encontrado sus metas y sus sueños. Deseo verlo como un lugar y una actividad en donde pueden encontrar una familia, donde aprendan a conocerse, que no lo vean como un lugar donde solamente enseñan taekwondo, sino que sea un lugar donde digan “¡Ah, aquí aprendes a disfrutar, a conocerte a ti mismo, a vivir tu vida!

-¿Cómo te gustaría ser recordado?

A través de sus vivencias, a través de su vida, que vivan la vida…

Que recuerden y que entiendan que sí, que aquí no se viene a sufrir, sí hay que luchar, sí hay que trabajar, sí hay que sobrevivir, ¡Pero para vivir, no para mantenerse sobreviviendo! Que el taekwondo es una forma de vida. 

Yo viví compartiendo las cosas que me gustan, disfrutando lo que mí me gustaba, y siendo feliz. Una vez a mí mi mamá me dijo que estaba triste porque no le contaba de mis problemas (…) Yo le dije que debe de estar contenta porque si mañana algo me llegara a suceder, que no se preocupe, porque soy feliz gracias a ella, que de alguna manera ella me dio la oportunidad de disfrutar la vida, y precisamente eso es lo que estoy haciendo, que ese es el objetivo y que no se sienta triste, al contrario: “siéntase contenta, siéntase feliz, de que disfrute la vida gracias a que usted me dio la oportunidad de escoger lo que yo quería, de hacer lo que yo quería”…
Creo que esa es la manera que a mí me gustaría que me recuerden, pero principalmente que haya podido trascender en la gente en el sentido de disfrutar y valorar las cosas, compartirlas y de vivir, de disfrutar lo más que se pueda.